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6 abr 2023

GRUPOS DE PAÍSES PRODUCTORES DEL SUR (GPS) ARGENTINA, BRASIL, PARAGUAY Y URUGUAY – CAMBIO CLIMÁTICO Y EMISIONES DE GASES: ¿ES REALMENTE LA GANADERÍA EL PROBLEMA? – POR PABLO ELVERDIN – MAYO 2022

Por Paraguay la Unión de Gremios de la Producción (UGP) es miembro activo de la Organización de productores denominado GPS conformado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Como Asesor Agroambiental de la UGP – Ing. Agr. (M.Sc.) Alfredo S. Molinas M.; he creído conveniente publicar en el BLOG para el debate y discusión la publicación oficial el tema “Cambio climático y emisiones de gases: ¿es realmente la ganadería el problema?” de GPS por Pablo El Verdin.

Producción Ganadera Sostenible es una Solución antes que un Problema del Cambio Climático

Hace tiempo que venimos escuchando que la ganadería es una de las principales fuentes de emisión de gases de efecto invernadero del planeta. Casi ningún otro sector enfrenta más presión global para reducir las emisiones que la ganadería. Y esta presión se ha extendido con notable velocidad.

Sin duda, la acción para mitigar las emisiones y combatir el cambio climático es urgente, pero las acciones pueden ser insuficientes y económicamente costosas, si parten de premisas equivocadas.

En este sentido, es necesario plantear el tema de las emisiones desde una base científica y garantizar la equidad en el análisis de estos datos. Entonces, al analizar el sector ganadero y su impacto en el cambio climático, se pueden plantear al menos seis conceptos que vale la pena analizar para poner las emisiones de este sector en el contexto correcto.

En PRIMER lugar, es necesario revisar la información de los inventarios nacionales presentados por los países a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). Con base en esos datos, el informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) estima las emisiones agrícolas, incluido el cambio de uso de la tierra (donde se computa la deforestación por cualquier causa) como el 24 % de las emisiones totales en 2014. Entonces, ¿cómo es posible que a la agricultura se le impute el 35% de las emisiones de 2014? Solo hay una razón lógica: las emisiones de los sistemas agroalimentarios se calculan de manera diferente a las de otros sectores. Esto es claro en el caso de la ganadería donde se computan las emisiones de toda su cadena de valor. ¿Se utiliza la misma métrica con el resto de sectores? Claramente no. Más aún, ese mismo informe indica que el sector Agricultura, Bosques y Otros Usos de la Tierra con siglas en inglés: Agriculture, Forestry and Other Land Uses (AFOLU) es el único sector que redujo emisiones desde el año 2000. Ahí encontramos la primera confusión en el manejo de los datos.

Emisiones globales de gases de efecto invernadero por economía por sector económico

        Fuente: Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos con base en IPCC (2014).

En SEGUNDO término, estas cifras parecen estar sobreestimadas, ya que la actualización de 2019 de las Directrices del IPCC para los inventarios nacionales de 2006 ya muestra cambios en las emisiones de óxido nitroso de los excrementos de ganado. Los inventarios nacionales apenas comienzan a utilizar esta metodología y, por lo tanto, aún no se ven reflejados en los datos oficiales. La actualización de las Directrices del IPCC de 2006 ya había incorporado mejoras sustanciales en las mediciones de las emisiones de la agricultura en relación con las Directrices del IPCC de 1996. Esto se repite ahora, y gran parte de los trabajos de discusión al respecto aún no han terminado de interiorizar estos cambios metodológicos.

Tercero, las diferencias en la dinámica del carbono y el metano en la atmósfera también parecen ser desconocidas. Si bien es cierto que el metano es 28 veces más potente que el carbono, su vida media es de 12 años, frente a los más de 100 años que tarda el carbono en degradarse en la atmósfera. Así que no todas las emisiones son iguales. De hecho, todavía estamos tratando de compensar las emisiones de carbono de la segunda década del siglo XX, pero si el número de cabezas de ganado no hubiera aumentado en los últimos doce años, las emisiones del sector se mantendrían estables y no se acumularían ya que se degradarían al mismo ritmo que se generan. Desafortunadamente, no fue así ya que, según la FAO, las cabezas de ganado aumentaron un 7% entre 2005 y 2019. Queda por ver si la mejora en las dietas ha tenido algún impacto diferencial en las emisiones. La tecnología para reducir las emisiones de metano en rumiantes está en pleno desarrollo, pero ese tipo de medidas diferenciales aún están bastante lejos de materializarse.

Emisiones globales de efecto invernadero por gas

         Fuente: Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos con base en IPCC (2014).

CUARTO, y muy importante. Parece desconocerse el hecho de que la agricultura es la única actividad productiva con capacidad suficiente para sintetizar carbono de la atmósfera y capturarlo en el suelo (también los océanos, ríos y lagos tienen una gran capacidad de secuestro de carbono). Entonces, dado que gran parte de la ganadería se desarrolla en pastizales, ¿las emisiones netas del sector son realmente la cantidad que se computa? Parecería que no. En este sentido, existen estudios que sugieren neutralidad o incluso un balance favorable en las emisiones para la ganadería pastoril y silvopastoril (EMBRAPA, 2015; Viglizzo et al, 2019). Los estudios científicos al respecto apenas comienzan y es de esperar que la ecuación de la ganadería pastoril cambie sustancialmente. Los países también están comenzando a presentar metodologías alternativas en sus informes anuales a la CMNUCC. Por lo tanto, dado que la capacidad de captura de carbono en la agricultura y la ganadería aún no se comprende por completo, como lo muestran los sucesivos refinamientos de las directrices del IPCC, no es razonable concentrar todas las acciones de mitigación en un sector que, idealmente, podría ser carbono neutral.

QUINTO, el uso de tecnología asociada a mejores prácticas agrícolas ha permitido una mayor eficiencia productiva al mismo tiempo que se reduce el impacto ambiental. Junto con el aumento de la población, existe una creciente demanda de alimentos para garantizar la seguridad alimentaria. Sin duda, esto implica una mayor presión sobre el nivel de emisiones. Sin embargo, mientras que la población mundial aumentó en un 90%, de 3.600 millones a 6.900 millones entre 1970 y 2010, las tierras agrícolas mundiales aumentaron en un 7% durante el período (IPCC, 2014). Como resultado, la disponibilidad de tierras de cultivo per-cápita disminuyó de 0,4 a 0,2 ha y la productividad agroalimentaria aumentó considerablemente, lo que se traduce en menos emisiones por unidad de producto. El paquete tecnológico aplicado en estos nuevos sistemas agroalimentarios (siembra directa, agricultura de precisión, uso de cultivos de cobertura, etc.) es relativamente reciente, aún no se aplica equitativamente a nivel global y está en continua mejora, por lo que se espera que el impacto sectorial sobre las emisiones se reduzca.

SEXTO y último, las consecuencias sociales y agroecológicas de la disminución de la producción ganadera también parecen ser ignoradas. Se debe tomar en consideración que gran parte de la ganadería mundial es desarrollada por pequeños productores, siendo esta actividad su principal fuente de ingresos. Además, en la mayoría de los países, el avance de la agricultura ha desplazado la ganadería a tierras marginales, con poca capacidad para otras actividades productivas. Entonces, si el stock ganadero debe disminuir, ¿no debería haber una política de contención para estos productores y sus familias?

Sin duda, el sector agrícola en general y el ganadero en particular no pueden sustraerse a las consideraciones del cambio climático y deben realizar todos los esfuerzos necesarios para mitigar sus emisiones. Sin embargo, llama la atención que el debate público sobre la responsabilidad del cambio climático parece centrarse en el sector agroalimentario. Como mínimo, existe una falta real de comprensión del tema que confunde al ciudadano medio, modela el comportamiento de los consumidores y afecta los medios de vida de millones de productores agrícolas en todo el mundo.

La lucha contra la desinformación debe ser la primera medida para conseguir una actuación realmente eficaz contra el cambio climático. No todos los países, sectores y gases afectan a la atmósfera de la misma manera. Volcar la información de los inventarios nacionales presentados a la CMNUCC en una base de datos de fácil consulta (por país, sector, gas, etc.) parece cada vez más urgente para evitar el manejo discrecional de los datos.

Al mismo tiempo, se deben continuar los esfuerzos para perfeccionar aún más las directrices del IPCC a fin de lograr estimaciones de balance de carbono cada vez más confiables y no castigar prematuramente a los sectores que tienen un alto potencial de captura. Es necesario cambiar el léxico de las discusiones de emisiones de carbono a balance de carbono para resaltar las diferencias sectoriales en términos de mitigación.

Esto no exime al sector agropecuario de sus responsabilidades, pero al menos lo pone en pie de igualdad frente a las emisiones de los demás sectores, mejora la comprensión general del tema y apunta a desarrollar políticas de mitigación más efectivas.

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