15 sept 2025

REFLEXIÓN SOBRE EL SECTOR RURAL DE PARAGUAY - EL ABANDONO DE LOS GOBIERNOS A LA RURALIDAD, UN DESARROLLO CON FUTURO INCIERTO PARA EL SECTOR RURAL – SETIEMBRE 2025

Ing. Agr. (M.Sc.) (H.Cs) Alfredo S. Molinas M.; Como Asesor Agroambiental, como Ex ministro de Ambiente y Ex Ministro de Agricultura y Ganadería de Paraguay, Actualmente Asesor de la Presidencia de la Universidad San Carlos (USC), fui entrevistado para una investigación académica sobre el sector rural de Paraguay y luego de esa entrevista tuve unas reflexiones sobre las circunstancias del sector rural y sus impactos con sus efectos colaterales más perjudiciales especialmente áreas urbanas y suburbanas del país, como está el campo actualmente y deseo exponer por este medio mis apreciaciones respecto a lo que pude responder acerca de los antecedentes históricos, evolución y circunstancias actual del sector rural del país.

Paraguay produce alimentos para 80 millones de personas con apenas el 0,1%  de la emisión mundial de CO2 – RCC

I.- INTRODUCCION

Paraguay se ha consolidado en las últimas décadas como un país agrícola. El sector productivo privado es uno de los pilares principales de la economía nacional, generando divisas, empleo y competitividad en los mercados internacionales. Sin embargo, este logro se sostiene casi exclusivamente gracias al esfuerzo de productores, asociaciones y gremios, mientras los gobiernos han permanecido completamente ausentes y se limitaron a proyectar una mejor imagen valiéndose de los resultados alcanzados por el sector privado, pero sin aportar políticas claras de un acompañamiento real.

Lastimosamente el desarrollo productivo no ha estado acompañado por políticas gubernamentales que contengan a la población rural, lo que se refleja en un fenómeno preocupante; la migración rural y el desarraigo del campo.

Estos dos problemas sociales se tratan de algo estructural atribuible exclusivamente al vacío del estado en la formulación de planes integrales para el desarrollo rural real.

II.- UN CAMPO MÁS PRODUCTIVO, PERO CON MENOS FAMILIAS

La comparación entre los censos de 2008 y 2022 revela una paradoja. La superficie cultivada creció, los rendimientos aumentaron y los commodities agrícolas se consolidaron como motores de la economía. Pero al mismo tiempo, y según los datos del propio censo cientos de fincas desaparecieron, especialmente en rubros vinculados a la agricultura familiar;

  • Más de 110.000 fincas de maíz se perdieron en 14 años.
  • En mandioca, desaparecieron casi 78.000 productores.
  • El algodón pasó de más de 50.000 productores a apenas 423, una caída del 99%.
  • El tabaco se redujo de 2.577 a 607 fincas.

La producción crece, pero con menos personas participando. El resultado es un campo más mecanizado y eficiente en lo económico, pero socialmente más vacío del estrato rural, con comunidades rurales debilitadas y familias empujadas hacia las ciudades.

Debe quedar claro que no es el modelo de desarrollo mecanizado y tecnificado que genera la migración rural, sino la deficiente atención gubernamental al sector rural, a los campesinos y a los productores que necesitan asistencia y créditos.

Y justamente el ultimo censo agropecuario nos menciona que apenas el 15% de los productores tuvo asistencia técnica y menos del 15% pudo acceder a algun tipo de créditos. también demuestra que creció el número de productores de menos de 1 hectárea (más o menos un 35,5%), mientras desaparecieron muchos de escala mediana.

Estos cifras estadísticas oficiales nos demuestran con claridad que la ruralidad existe, pero está desprotegida y desatendida por los gobiernos.

Presentando y debatiendo las ideas, conclusiones y recomendaciones con autoridades del MADES

III.- ARRAIGO RURAL COMO DEUDA POLÍTICA DE LOS DIFERENTES GOBIERNOS

El arraigo rural debería ser el centro de cualquier estrategia de desarrollo. No se trata solo de producir más, sino de garantizar que las familias puedan vivir y prosperar en el campo con acceso a educación, salud, crédito, conectividad y empleo digno.

La desaparición de cientos de fincas refleja un proceso silencioso pero constante, en donde familias rurales que abandonan la agricultura y migran hacia las ciudades en busca de mejores oportunidades. Este movimiento demográfico genera un doble problema.

Por un lado, debilita el tejido social en el campo y reduce la diversidad productiva de alimentos básicos. Por el otro, incrementa la presión sobre las zonas urbanas, que no siempre cuentan con infraestructura ni servicios suficientes para absorber a la nueva población.

Y hoy en día se da el fenómeno social donde las ciudades urbanas crecen en población, pero también en desigualdad, empleo informal y expansión de cinturones de pobreza. Mientras tanto, el campo pierde población, escuelas y puestos de salud se vacían, y comunidades enteras quedan debilitadas.

IV.- MIGRACIÓN RURAL Y PRESIÓN URBANA EL IMPACTO CON EFECTOS COLATERALES

El proceso de migración rural que está viviendo Paraguay tiene un doble impacto:

  1. El campo se vacía.
  2. Las ciudades se saturan.

La migración rural es una consecuencia del abandono de los diferentes gobiernos y tampoco culpa del modelo productivo. Las miles de familias que abandonan el campo no lo hacen porque lo deseen, sino porque no tienen otra opción. El resultado de todo esto es un campo más productivo, pero con menos personas, y comunidades cada vez más debilitadas comunitariamente. El problema rural no desaparece; simplemente se convierte en problema urbano.

Probablemente la culpa y responsabilidad la deben asumir varios gobiernos por la forma en como llegamos a este punto, pero hay una responsabilidad indelegable y actual que se debe con urgencia contener y manejar esta circunstancia. Ya que en todos los sectores tienen impactos que se están acrecentando;

  • En lo social, la agricultura familiar está abandonada y sin programas de apoyo sostenidos.
  • En lo productivo, incluso los grandes y medianos productores enfrentan la falta de previsibilidad y acompañamiento, y recurren a formar asociaciones y cooperativas para suplir lo que debería brindar el estado.
  • En lo urbano, no existe estrategia mínima para absorber la migración interna generada por la falta de oportunidades en el campo.

La falta de respuesta gubernamental es más que notable, no existe un plan nacional robusto para sostener al sector campesino y rural. Los programas destinados a la agricultura familiar son fragmentados, de bajo alcance y sin continuidad. Tampoco hay estrategias de diversificación económica, ni de provisión adecuada de servicios básicos, infraestructura o acceso a nuevas tecnologías que permitan mejorar la calidad de vida en el campo.

Y si bien el sector productivo privado ha logrado consolidar un modelo competitivo en los commodities agrícolas, el Estado tampoco cumple un rol significativo para acompañar y fortalecer esa capacidad. No existen políticas agropecuarias de largo plazo que brinden previsibilidad, seguridad jurídica y respaldo técnico a un sector que es el pilar económico del país.

V.- ESTABILIDAD ESTADÍSTICA RURAL PERO UNA REALIDAD CON REACOMODO CONSTANTE

Los datos globales del Censo Agropecuario refuerzan esta tendencia. Entre 2008 y 2022, el número total de fincas se mantuvo prácticamente igual (unas 290 mil), y la superficie total cultivada incluso se redujo levemente. La superficie promedio por finca pasó de 107 a 104 hectáreas, un cambio marginal pero que esconde una transformación que está ocurriendo en el campo, la desaparición de cientos de fincas en ciertos rubros.

Esta aparente estabilidad estadística no refleja un desarrollo equilibrado, sino una ruralidad en reacomodo constante, en donde los diferentes gobiernos no han jugado ningún papel estratégico para sostener a la población rural ni tampoco para acompañar al sector productivo de medianos y grandes productores.

A pesar de que el sector productivo es uno de los pilares de la economía nacional, el sector agropecuario y en especial el sector campesino rural, recibe muy poco acompañamiento estatal en servicios básicos de apoyo, financiamiento y desarrollo organizativo. Y últimamente algunos entes del estado forman alianzas con ONG y agencias de cooperación que terminan imponiendo condicionantes al campo.

VI.- CONCLUSIÓN

El estado tiene una deuda política con la ruralidad paraguaya. Los datos existen, las debilidades son conocidas y los diferentes gobiernos no actuaron. Estamos felices por la evolución y la innovación que nos muestran los resultados del censo en ciertos aspectos, pero no hay ni evolución ni innovación en las decisiones políticas gubernamentales para apoyar al campo.

El desafío de nuestro país no debe ser transformar el desarrollo agropecuario, que es y seguirá siendo una de sus principales fortalezas, sino complementarlo con políticas públicas que sostengan la vida en el campo y fortalezcan al mismo sector productivo.

Sin estas medidas, el país corre el riesgo de consolidar un sector agropecuario exitoso pero desarraigado y ciudades cada vez más desbordadas. La migración rural no es un fenómeno casual sino que es la consecuencia directa de la ausencia de planificación de los diferentes gobiernos y se debe empezar por diseñar un modelo de desarrollo equilibrado, que combine productividad con inclusión social y territorial.

Los diferentes gobiernos tuvieron en sus manos la evidencia estadística, la evidencia de lo social y los problemas urbanos y rurales, pero lastimosamente no han asumido su responsabilidad y han mantenido una indiferencias continua contra la ruralidad. Es hasta una incoherencia de que los diferentes gobiernos se ufanen del crecimiento de la economía o aperturas de mercados, pero no apuesta ni tiene políticas claras para mejorar el sector rural del país.

Las decisiones políticas ya no pueden esperar ante los datos sobre la fragilidad del arraigo rural. El arraigo no puede depender de la voluntad aislada de los productores, sino que requiere políticas públicas que aseguren acceso a educación, salud, crédito, conectividad y alternativas de empleo. Sin ese acompañamiento el campo seguirá siendo un lugar productivo más mecanizado, pero menos habitado, donde las comunidades pierden vitalidad social y con una migración rural que se traslada a las ciudades, y con ella los problemas que suceden.

Esperamos que este gobierno comience a diseñar programas sostenidos que fortalezcan a los pequeños productores y planifique estrategias de diversificación económica para que la agricultura familiar y el agronegocio cuenten con políticas claras de respaldo a largo plazo

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.

Medio Ambiente

El medio ambiente debe ser considerado como parte integral y armónica del conjunto de tareas que garanticen el desarrollo sostenible de un país como Paraguay (Molinas 2006).

El problema de la sostenibilidad es en el fondo un problema de desarrollo, de erradicación de la pobreza, de educación colectiva, de mentalidad y hábitos sociales, de cultura política, de mecanismos institucionales que incorporen la participación de la sociedad civil en la toma de decisiones, de nuevas formas de producir y de consumir, de equidad y cooperación en las relaciones internacionales, se trata, en suma, de colocar al ser humano en el centro de nuestras preocupaciones, porque si las personas no están protegidas, la naturaleza tendrá, entonces, pocas oportunidades.

Para avanzar verdaderamente hacia el desarrollo sostenible debemos asumir nuestra responsabilidad local con enfoque global en la lucha que la humanidad esta encarando por preservar en el largo plazo los ciclos vitales de la vida de los que depende la existencia misma del ser humano sobre la tierra, debemos hacer un esfuerzo local con perspectiva global (Molinas 2008).

Anuncio Ing. Alfredo Molinas