29 sept 2024

SISTEMAS AGROPECUARIOS EN EUROPA VERSUS AMÉRICA LATINA, HISTORIA, DESARROLLO Y REALIDADES SOBRE EL USO DE SUS RECURSOS NATURALES Y EL MEDIO AMBIENTE – SETIEMBRE DEL 2024

Ing. Agr. (M.Sc.) Alfredo S. Molinas M.; Asesor Especialista, con experiencia por más de 30 años en temas Agroambientales y como Ex ministro de Ambiente y Ex Agricultura y Ganadería de Paraguay, juntamente con Ing. Esteban Vasconsellos productor activo en el Chaco paraguayo y SOCIO de la Asociación Rural del Paraguay (ARP); realizaron una lectura compresiva sobre un material didáctico sobre los “SISTEMAS AGROPECUARIOS EN EUROPA VERSUS AMÉRICA LATINA, HISTORIA, DESARROLLO Y REALIDADES SOBRE EL USO DE SUS RECURSOS NATURALES Y EL MEDIO AMBIENTE”; en cuyo análisis ambos observamos y reflexionamos donde ubicar a nuestro país  en el marco del América Latina. 

Existen fuerte presiones de países desarrollados carácter internacional de las convenciones de las Naciones Unidas afectan nuestros sistemas de producción agrícolas que provienen del uso de nuestros recursos naturales productivos

Comparación de los Sistemas Agropecuarios de Europa y América Latina: Desarrollo Histórico, Industrialización, Políticas de Subsidios, Emisiones de Gases de Efecto Invernadero y Desafíos de Cumplimiento de Compromisos Ambientales

Los sistemas agropecuarios de Europa y América Latina han evolucionado en contextos históricos, económicos y sociales distintos, lo que ha llevado a diferencias significativas en su desarrollo, industrialización, sumadas a las políticas de subsidios principalmente en Europa. Además, la evolución de cada región en términos de Producto Interno Bruto (PIB), ingreso per cápita y desarrollo económico general ha influido directamente en sus modelos agropecuarios y sus impactos ambientales, especialmente en cuanto a las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Estas diferencias son especialmente relevantes en el contexto del Acuerdo de París, cuyo Artículo 2 reconoce el principio de “responsabilidades comunes pero diferenciadas”, destacando que, aunque todos los países deben contribuir a mitigar el cambio climático, sus obligaciones deben ser acordes a sus capacidades y circunstancias nacionales.

UNION EUROPEA

AMERICA LATINA

Desarrollo Histórico del Sector Agropecuario

En Europa, el desarrollo agropecuario se consolidó a partir de la Revolución Agrícola en los siglos XVII y XVIII, cuando se introdujeron innovaciones técnicas que aumentaron la productividad y permitieron alimentar a una población en rápido crecimiento. Este proceso de transformación agrícola fue acompañado por la Revolución Industrial a partir del siglo XIX, que aceleró la mecanización y el uso de insumos químicos. Para el siglo XX, Europa ya había alcanzado una alta productividad agrícola con una superficie cultivada estabilizada. Esta evolución temprana permitió que el sector agropecuario europeo se integrara estrechamente en economías industriales, contribuyendo a la acumulación de riqueza y a un alto nivel de ingreso per cápita en la región.

En América Latina, en cambio, el desarrollo del sector agropecuario fue más tardío y desigual. Aunque en el siglo XIX algunas economías latinoamericanas, como Argentina y Brasil, ya tenían una orientación agroexportadora, la modernización efectiva del sector se dio recién entre las décadas de 1960 y 1980, con la adopción contante y hasta el día de hoy de nuevas tecnologías agrícolas y ganaderas. Este proceso se caracterizó por la expansión de la frontera agrícola y la integración de nuevos territorios para la producción de cultivos y ganadería. No obstante, la falta de infraestructura, el acceso limitado a créditos y la inestabilidad política limitaron o lo hicieron inconstante en su desarrollo. A diferencia de Europa, el sector agropecuario en América Latina ha seguido siendo un motor económico crucial en muchas economías, especialmente en países con menores ingresos per cápita.

Industrialización General y del Sector Agropecuario

La industrialización en Europa comenzó en la segunda mitad del siglo XVIII con la Revolución Industrial, impulsando una transformación económica profunda que no solo incluyó la industria, sino también la agricultura. La mecanización del campo y el uso de nuevas tecnologías aumentaron la productividad, permitiendo a Europa alcanzar altos niveles de ingreso per cápita y un crecimiento sostenido del PIB. Para inicios del siglo XX, la mayor parte de Europa había completado su transición hacia una economía industrializada, con una agricultura eficiente y con menor peso relativo en la estructura económica.

En América Latina, la industrialización llegó mucho más tarde y fue más heterogénea. Aunque algunos países como Argentina, México y Brasil experimentaron un proceso de industrialización significativo a partir del tercer cuarto del siglo XX, la región en su conjunto ha dependido fuertemente de sus sectores primarios, incluyendo la agricultura, ganadería y la minería. En el sector agropecuario, la mecanización y modernización han sido desiguales, con muchas áreas rurales todavía en desarrollo y con aplicación de nuevas tecnologías a partir de este siglo XXI, principalmente en los medianos y pequeños productores, generando oportunidad para que este sector salga de la pobreza.

Políticas de Subsidios y Apoyo al Sector Agropecuario

En Europa, la creación de la Política Agrícola Común (PAC) en 1962 marcó el inicio de un sistema estructurado de subsidios para el sector agropecuario, que buscaba estabilizar los mercados, asegurar la seguridad alimentaria y mantener un nivel de vida adecuado para los agricultores. Durante las décadas de 1980 y 1990, la PAC representó una parte sustancial del presupuesto comunitario, apoyando a un sector que ya había alcanzado altos niveles de productividad y contribuyendo a un nivel de ingreso per cápita significativamente elevado. Las reformas posteriores, que promovieron prácticas sostenibles, se alinearon con el alto desarrollo económico y el contexto industrializado de la región.

En América Latina, las políticas de apoyo estatal han sido menos estructuradas y consistentes. Durante las décadas de 1960 y 1970, muchos países implementaron programas de reforma agraria, créditos subsidiados y asistencia técnica con el fin de modernizar el sector. Sin embargo, estos esfuerzos se vieron debilitados por la falta de continuidad política, la crisis de la deuda de los años 1980 y las políticas de ajuste estructural. El resultado fue un apoyo limitado al sector agropecuario en comparación con Europa, reflejando también un menor ingreso per cápita y una estructura económica con alta dependencia de los productos primarios.

Emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI)

Las diferencias en el desarrollo económico, la industrialización y el ingreso per cápita también se reflejan en el impacto ambiental de cada región, particularmente en las emisiones de GEI.

Europa, al haber alcanzado un desarrollo agrícola temprano y haber implementado políticas de subsidios y sostenibilidad, ha logrado reducir sus emisiones agropecuarias en las últimas décadas. Las emisiones del sector agropecuario, representan una proporción menor del total de emisiones europeas, que están más concentradas en sectores como la industria y el transporte. Su alto nivel de subsidios y facilidad de financiamiento permite a los países europeos el uso de tecnologías y prácticas sostenibles.

En América Latina, la expansión de la frontera agrícola y ganadera ha sido una fuente significativa de emisiones de GEI, especialmente a través del cambio de uso de la tierra. El cambio de uso a partir de los bosques para la expansión agrícola libera grandes cantidades de dióxido de carbono. Además, la ganadería intensiva genera metano, un gas de efecto invernadero mucho más potente que el dióxido de carbono, aunque de menor duración. Este impacto ambiental está vinculado a la necesidad de crecimiento económico en países con menores ingresos per cápita y un desarrollo industrial menos avanzado.

Desafíos de Cumplimiento de los Compromisos Ambientales bajo el Acuerdo de París

El Acuerdo de París, en su Artículo 2, establece el principio de “responsabilidades comunes pero diferenciadas”, reconociendo que, aunque todos los países deben contribuir a mitigar el cambio climático, sus responsabilidades deben ser acordes a sus capacidades y circunstancias nacionales. Este principio es especialmente relevante cuando se comparan las realidades de Europa y América Latina en términos de sus compromisos ambientales.

Europa cuenta con ventajas significativas al enfrentar los desafíos del cambio climático. Su alto nivel de desarrollo económico y tecnológico le permite implementar políticas ambiciosas para reducir las emisiones de GEI. Las inversiones en innovación tecnológica, la infraestructura adecuada y el acceso a financiamiento son factores que facilitan el cumplimiento de los objetivos ambientales. Además, la PAC ha incorporado medidas específicas para reducir el impacto ambiental del sector agropecuario. Sin embargo, la región todavía enfrenta desafíos para equilibrar la producción agrícola con la sostenibilidad ambiental, especialmente en un contexto de creciente presión para reducir las emisiones en todos los sectores de la economía.

Por otro lado, América Latina se enfrenta a obstáculos significativos para cumplir con los mismos compromisos ambientales que Europa. Los países de la región tienen, en promedio, menores ingresos per cápita, una infraestructura menos desarrollada y menos acceso a tecnologías. La expansión agrícola y ganadera sigue siendo una estrategia fundamental para el crecimiento económico, lo que dificulta la implementación de medidas estrictas y muchas veces injustas en la reducción de emisiones. Además, el cambio de uso de la tierra, que es una de las principales fuentes de emisiones en la región, responde a realidades sociales y económicas que requieren un enfoque integral para su compresión. La necesidad de conciliar el desarrollo económico con la protección ambiental es un desafío constante para la región.

América Latina busca seguir implementado un modelo de desarrollo que equilibre la expansión agrícola y ganadera con la preservación de sus ecosistemas y la reducción de emisiones, en un contexto de menores recursos económicos y necesidad de crecimiento. El principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas del Acuerdo de París subraya que, aunque ambas regiones deben contribuir a la lucha contra el cambio climático, sus compromisos y esfuerzos deben reflejar sus capacidades y realidades. A medida que ambas regiones buscan cumplir con sus objetivos climáticos, será crucial que adapten sus políticas agropecuarias para balancear las emisiones y promover un desarrollo rural sostenible, teniendo en cuenta sus contextos económicos y sociales específicos, y asegurando que las acciones climáticas sean equitativas y efectivas.

 BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:

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Medio Ambiente

El medio ambiente debe ser considerado como parte integral y armónica del conjunto de tareas que garanticen el desarrollo sostenible de un país como Paraguay (Molinas 2006).

El problema de la sostenibilidad es en el fondo un problema de desarrollo, de erradicación de la pobreza, de educación colectiva, de mentalidad y hábitos sociales, de cultura política, de mecanismos institucionales que incorporen la participación de la sociedad civil en la toma de decisiones, de nuevas formas de producir y de consumir, de equidad y cooperación en las relaciones internacionales, se trata, en suma, de colocar al ser humano en el centro de nuestras preocupaciones, porque si las personas no están protegidas, la naturaleza tendrá, entonces, pocas oportunidades.

Para avanzar verdaderamente hacia el desarrollo sostenible debemos asumir nuestra responsabilidad local con enfoque global en la lucha que la humanidad esta encarando por preservar en el largo plazo los ciclos vitales de la vida de los que depende la existencia misma del ser humano sobre la tierra, debemos hacer un esfuerzo local con perspectiva global (Molinas 2008).

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