Ing. Agr. (M.Sc.) (H.Cs) Alfredo S. Molinas M.; Como Asesor
Agroambiental, como Ex ministro de Ambiente y Ex Ministro de Agricultura y
Ganadería de Paraguay, Actualmente Asesor de la Presidencia de la Universidad
San Carlos (USC), y el Biólogo Jorge Martinez - Especialista en temas de Medio
Ambiente y Sostenibilidad, deseamos compartir
con ustedes nuestras opiniones respecto a las discusiones que se están
dando sobre clausulas ambientales en el acuerdo entre los países del MERCOSUR y
la UNION EUROPEA.
I.- INTRODUCCION
1.- Es esperable que en el marco de toda negociación bilateral cada
parte intente proteger sus intereses particulares, ya que todo acuerdo puede
tener oportunidades y riesgos. Sin embargo, en el caso del Acuerdo MERCOSUR – Unión
Europea, desde hace años se ha instalado un discurso recurrente por parte de
algunos sectores europeos que sostiene que las condiciones ambientales
vinculadas al sector productivo de los países del MERCOSUR serían “asimétricas”
respecto a las de la UE, bajo el argumento de que las normativas ambientales
serían más flexibles y permitirían una expansión productiva sin restricciones.
2.- La narrativa resulta contradictoria con la realidad productiva y
ambiental, particularmente en el caso de Paraguay si vemos el análisis de los
principales rubros de exportación muestra que no ha existido una expansión
significativa de la superficie productiva, sino un claro proceso de
intensificación y aumento de la productividad.
3.- En el caso de la soja, la superficie cultivada se mantiene estable desde
hace años en torno a las 3.000.000 hectáreas, mismo periodo que la
productividad ha aumentado gracias a las mejoras tecnológicas y manejo
agronómico. Igual pasa en el sector cárnico, lejos de una expansión
descontrolada, el hato ganadero se redujo casi un millón de cabezas en los
últimos años, sin que ello haya implicado una caída en la producción total.
4.- Toda esta producción se ha desarrollado con el mismo marco legal
ambiental vigente y exigente desde décadas. Con esto se demuestra que el
crecimiento productivo no está vinculado a la expansión desenfrenada en
detrimento de los bosques sino que realmente se fundamenta gracias a una mayor
eficiencia en el uso del suelo y de los recursos.
5.- Es más, el productor por Ley debe conservar grandes superficies de
bosque en el país, lo que convierte al productor en el mayor conservacionista
real de los bosques del país. Y a los que tanto gustan de datos podemos
decirles que por cada hectárea productiva de soja en el país existen cinco hectáreas
de bosque conservado y de los 14.600.000 hectáreas de bosques del país, los
productores son dueños de casi 11.500.000 hectáreas superficie que casi toda es
conservada y por las normas ambientales existentes el cambio de uso de la
tierra ya será nada mas de un mínimo en el largo plazo.
6.- A diferencia del modelo productivo europeo, el aumento de
productividad en Paraguay se ha dado sin subsidios directos al productor. La
inversión, el financiamiento y el riesgo recaen exclusivamente sobre el sector
privado. Cuando una campaña productiva sale mal pues es el productor quien
asume las pérdidas y las obligaciones crediticias, sin mecanismos estatales
generalizados que compensen la falta de rentabilidad, como si se da en otros
países que las perdidas o baja productividad es sustentada con subsidios y
ayudas al productor.
7.- La UE tiene una Política Agrícola Común (PAC), cuyo presupuesto
total para el periodo 2021–2027 asciende aproximadamente a 386.600 millones de
euros, destinados principalmente a subsidios directos y otros mecanismos de
apoyo. Estos esquemas, lejos de incentivar la eficiencia, tienden a sostener
estructuras productivas con problemas de competitividad y rentabilidad.
8.- En este contexto, nos resulta legítimo cuestionar la UE por el uso
reiterado del argumento ambiental como herramienta política para condicionar o
desestabilizar la firma de un eventual Acuerdo MERCOSUR – UE. Creemos que esta
controversia política europea no responde a un problema real de sostenibilidad
ambiental, sino a una realidad más profunda; un modelo productivo europeo
altamente subsidiado que enfrenta crecientes dificultades para competir con
sistemas agrícolas más eficientes, menos dependientes del Estado y sujetos a
restricciones ambientales efectivas, como los existentes en varios países del
MERCOSUR.
9.- El documento de la UE que contiene una nueva salvaguarda en realidad
no tiene salvaguardas ambientales o de sostenibilidad, lo que propone son
salvaguardas a su producción y no mayor cuidado del ambiente. SI LA
PREOCUPACIÓN AMBIENTAL FUESE GENUINA, LA UE PODRÍA HOY MISMO RESTRINGIR
VOLUNTARIAMENTE LA IMPORTACIÓN DE PRODUCTOS DEL MERCOSUR.
II.- PROPUESTA DE LA UE: MECANISMO RÁPIDO DE ACTIVACION DE SALVAGUARDAS
PERO SIN ANALISIS REALES.
1.- Esta nueva propuesta europea de un documento de última hora habilita
la adopción de medidas provisionales en plazos extremadamente breves y permite
activar salvaguardas ante “pruebas creíbles” de no equivalencia ambiental o
sanitaria, sin exigir un análisis previo profundo, transparente y bilateral.
2.- Desde una perspectiva de sostenibilidad, esto es problemático ya que
la protección ambiental genuina requiere diagnósticos sólidos, datos
comparables y evaluación de impactos, no mecanismos automáticos que pueden
activarse por presión sectorial interna o percepciones políticas.
3.- La ausencia de estudios específicos sobre los impactos ambientales
reales de las exportaciones del MERCOSUR, y en particular de algún país,
refuerza la sensación de que el componente ambiental funciona más como
argumento justificativo que como objetivo central.
III.- EL PROBLEMA ESTRUCTURAL QUE LA UE NO QUIERE DISCUTIR
1.- El trasfondo de estas salvaguardas no puede analizarse sin mencionar
la crisis de competitividad del modelo agrícola europeo, fuertemente
condicionado por la Política Agrícola Común (PAC). La PAC ha derivado en un
sistema altamente subsidiado, fragmentado y crecientemente dependiente de
transferencias públicas, que enfrenta dificultades para competir en
productividad, eficiencia y calidad con productores del MERCOSUR.
2.- En lugar de abordar esta discusión de fondo, de cómo modernizar su
sistema productivo sin trasladar los costos a los consumidores, la UE quiere
optar por elevar barreras regulatorias y presentar la protección de sus
productores como una causa ambiental.
3.- Su verdadero enfoque es desplazar el debate desde la productividad y
la eficiencia hacia un terreno moral, donde los países en vías de desarrollo
quedan automáticamente en una posición defensiva, aun cuando cuenten con marcos
ambientales robustos. Atentando todo esto con el propio desarrollo sostenible
de las personas que habitan en la UE.
4.- Desde la óptica del desarrollo sostenible, el mensaje que transmiten
estas salvaguardas es preocupante. Países como Paraguay, que han impuesto
límites reales a la expansión productiva, que producen alimentos con menor
huella relativa y que dependen del comercio internacional para su desarrollo,
reciben una señal ambigua: cumplir no garantiza previsibilidad.
5.- Esto no solo desincentiva inversiones en sostenibilidad,
trazabilidad o mejora ambiental, sino que refuerza la percepción de que los
estándares ambientales pueden ser redefinidos unilateralmente cuando dejan de
convenir a los intereses internos de los países desarrollados.
IV.- REFLEXIÓN FINAL
1.- Las salvaguardas recientes aprobadas por la UE Europea no son neutras y aunque se las presente
bajo un lenguaje técnico ambiental, realmente refleja una lógica defensiva que
penaliza a países en vías de desarrollo que ya han asumido costos ambientales
significativos para insertarse de manera responsable en los mercados globales.
2.- Para Paraguay, el desafío no es demostrar compromiso ambiental, ya
que ese compromiso existe y está respaldado por leyes concretas históricas, sino
exigir que el debate se dé con honestidad técnica, reconociendo esfuerzos
reales y evitando que la sostenibilidad sea utilizada como un pretexto para
ocultar problemas estructurales de competitividad.
3.- SI EL OBJETIVO ES UN COMERCIO VERDADERAMENTE SOSTENIBLE, LA
COHERENCIA DEBERÍA EMPEZAR POR RECONOCER QUE PROTEGER EL AMBIENTE NO PUEDE
CONVERTIRSE EN SINÓNIMO DE CERRAR MERCADOS A QUIENES PRODUCEN MEJOR, CON MENOS
IMPACTO Y DENTRO DE REGLAS CLARAS.
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