19 nov 2013

DIARIO LA NACION EDITORIAL

Deforestación incontrolable
El Paraguay, hasta hace tan solo unas cuantas décadas era poseedor de enormes territorios boscosos y una biodiversidad de las más importantes del continente. En unos pocos años esa riqueza fue dolorosa e irremediablemente dilapidada por traficantes de madera y otros irresponsables que, buscando la mayor ganancia posible en forma inmediata, acabaron hipotecando el futuro. 

19/11/2013
Un mapa satelital difundido recientemente por la prestigiosa revista Science muestra las principales zonas de deforestación en el mundo y permite establecer un ranking con los países en los que la tala de bosques es más acelerada y extendida. Penosamente, Paraguay figura entre las naciones que más destruyen sus áreas boscosas. La información se basa en 650.000 imágenes obtenidas desde el año 2000 hasta el 2012 por el salétile Landsat 7. En el tope de la lista, además de nuestro país, aparecen Indonesia, Malasia, Bolivia, Zambia y Angola. De acuerdo con el estudio, el planeta perdió 2,3 millones de km2 de bosques en los 12 años que llevó la colecta de datos. Las causas de esta situación fueron la explotación forestal, los incendios, plagas o tormentas. Simultáneamente, señala el informe, la Tierra ganó 800.000 km2 de bosques nuevos, lo que representa una pérdida neta de 1,5 millones de km2 en total.
El reporte destaca en gran avance de Brasil en la lucha contra la deforestación, considerando que pudo reducir en un 50% la destrucción anual de su masa forestal entre los años 2003 y 2011.
Paraguay, Malasia y Camboya tienen los índices nacionales de pérdida más altos de cobertura boscosa. Este panorama terrible empeora aún más si se recuerda que el Poder Ejecutivo ha abolido mediante un decreto la obligatoriedad establecida por ley de los estudios de impacto ambiental en fincas y pequeñas y medianas y en establecimientos de producción agrícola y ganadera. Esta decisión no representa un estímulo a las inversiones –que era el efecto supuestamente buscado– sino que simplemente abre las puertas a una depredación todavía mayor y más incontrolable del patrimonio natural de la nación. El Poder Ejecutivo debe corregir este despropósito con urgencia y analizar en realidad nuestras estrategias para proteger lo poco que queda de la masa boscosa en Paraguay. Para ello será necesario también un incremento significativo en el presupuesto asignado al resguardo de estos territorios, aumentando la cantidad de personal de campo e incorporando las más modernas herramientas tecnológicas en las tareas.
El Paraguay, hasta hace tan solo unas cuantas décadas, era poseedor de enormes territorios boscosos y una biodiversidad de las más importantes del continente. En unos pocos años esa riqueza fue dolorosa e irremediablemente dilapidada por traficantes de madera y otros irresponsables que, buscando la mayor ganancia posible en forma inmediata, acabaron hipotecando el futuro. Los bosques cumplen un papel crucial en el equilibrio ambiental. Son barreras naturales que fijan la humedad y evitan la erosión de los suelos. Urge ponerle un freno definitivo al acelerado deterioro del medio ambiente, lo que desde luego no se conseguirá por el camino de ignorar las leyes o forzando su interpretación para salir del paso o aflojar las presiones.
Es indispensable encarar de inmediato una intensa labor con los productores agrícolas de la zona a fin de desarrollar modelos de explotación ambientalmente sustentables. El sector de la producción agrícola –soja, arroz, trigo– es uno de los que experimentó un mayor crecimiento en los últimos años, pero esta expansión no puede darse en ningún caso sobre la base de la destrucción del entorno y la naturaleza. Existen condiciones técnicas, suficiente conocimiento científico y herramientas tecnológicas para que se pueda armonizar la producción y la naturaleza, sin renunciar a una o a otra, es de esperar que se impulsen acciones enérgicas para frenar la veloz deforestación en nuestro país.

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Medio Ambiente

El medio ambiente debe ser considerado como parte integral y armónica del conjunto de tareas que garanticen el desarrollo sostenible de un país como Paraguay (Molinas 2006).

El problema de la sostenibilidad es en el fondo un problema de desarrollo, de erradicación de la pobreza, de educación colectiva, de mentalidad y hábitos sociales, de cultura política, de mecanismos institucionales que incorporen la participación de la sociedad civil en la toma de decisiones, de nuevas formas de producir y de consumir, de equidad y cooperación en las relaciones internacionales, se trata, en suma, de colocar al ser humano en el centro de nuestras preocupaciones, porque si las personas no están protegidas, la naturaleza tendrá, entonces, pocas oportunidades.

Para avanzar verdaderamente hacia el desarrollo sostenible debemos asumir nuestra responsabilidad local con enfoque global en la lucha que la humanidad esta encarando por preservar en el largo plazo los ciclos vitales de la vida de los que depende la existencia misma del ser humano sobre la tierra, debemos hacer un esfuerzo local con perspectiva global (Molinas 2008).

Anuncio Ing. Alfredo Molinas