Ing. Agr. (M.Sc.) (N.Hc) Alfredo S.
Molinas M.; Como Asesor Agroambiental, como Ex ministro de Ambiente y Ex
Ministro de Agricultura y Ganadería de Paraguay, Actualmente Asesor de la
Presidencia de la Universidad San Carlos (USC), quisiera compartir un una
reflexión sobre la institucionalidad ligada a las estadísticas y conceptos de
bosques del país, y compartir con los visitantes de este BLOG.
Muchos datos sobre cobertura
boscosas pero la pregunta continua ¿Cuántos bosques tiene realmente Paraguay?
I.-) INTRODUCCIÓN A LA
PROBLEMÁTICA:
1.- Paraguay cuenta con datos
técnica y excelentemente elaborados y actualizados sobre su cobertura forestal.
El Instituto Forestal Nacional (INFONA) dispone de estadísticas detalladas que
incluyen la cobertura total y su clasificación por tipo de formación vegetal:
bosques nativos, palmares y plantaciones forestales. Sin embargo, en el debate
público y técnico sigue persistiendo una las preguntas más frecuentes que se
escuchan: ¿Cuántos bosques tiene realmente Paraguay?
2.-) Muchas veces los
propios informes nacionales presentan cifras distintas a las publicadas por el
INFONA. En otras ocasiones, agencias de cooperación internacional aplican
sus propias definiciones y clasificaciones, etiquetando a Paraguay de acuerdo
con criterios externos, sin considerar necesariamente los marcos legales
nacionales.
II.-) EL PROBLEMA NO ES
TÉCNICO, SINO DE GOBERNANZA Y DESCONFIANZA:
1.-) El verdadero problema de
Paraguay no está en lo estadístico, sino que el verdadero problema es la
ausencia de una definición nacional oficial, estable y coherente sobre qué
se considera “bosque”, y una falta de compromiso institucional para respetar
esa definición en todos los niveles del Estado.
2.-) Incluso existiendo normas
legales que definen lo que es un bosque, las instituciones (incluyendo al
propio INFONA) terminan flexibilizando sus conceptos para adaptarse a cada
proyecto internacionales o a los lineamientos de cooperación extranjera que
“vienen a colaborar con el país”.
3.-) Más que una carencia
técnica o de personal, lo que existe es una debilidad estructural de gobernanza
y una creciente pérdida de credibilidad. Esto ha llegado a tal punto que
organismos internacionales terminan desconociendo “diplomáticamente” los datos
que el propio Estado paraguayo produce.
III.-) LA UE COMO REFLEJO DEL
DESCONFIANZA INTERNACIONAL:
1.-) Un claro ejemplo es lo
que ocurre con el Reglamento N°1115/2023 de la Unión Europea sobre productos
libres de deforestación. Aunque el INFONA ha señalado que Paraguay se encuentra
en una categoría de riesgo de deforestación mínimo, la Unión Europea no
reconoce esta clasificación y ha desarrollado su propio sistema de
categorización de riesgo para el país.
2.-) Esta situación refleja la
poca confianza que se tiene en la institucionalidad forestal paraguaya,
originada en gran parte por la falta de una política técnica firme, unificada y
jurídicamente respaldada.
IV.-) LA FLEXIBILIDAD EN LAS
DEFINICIONES GENERA UNA IMAGEN POCO SERIA:
1.-) Es posible que los datos
nacionales estén técnicamente bien producidos. Pero cuando las definiciones y
metodologías se ajustan constantemente a los intereses del proyecto de turno o
del donante externo, se desgasta la solidez institucional. Paraguay no puede
construir una narrativa sólida sobre sostenibilidad si no tiene una base
técnica única y mantenida en el tiempo.
2.-) Cada nuevo informe
incorpora variaciones metodológicas o redefine conceptos clave,
dificultando la evaluación real del estado de los bosques y rompiendo la
continuidad de las series históricas. Esta práctica genera confusión no solo a
nivel internacional, sino también a nivel interno, entre instituciones del
Estado, productores, sector privado, medios de comunicación y la ciudadanía.
3.-) Además, existe una
práctica reiterada y preocupante en la relación del país con la cooperación internacional
y es que al momento de solicitar fondos Paraguay suele presentarse como si no
se contara con avances significativos, como si no existieran datos
disponibles o capacidades instaladas. Esta narrativa útil como como
estrategia para obtener financiamiento” termina perjudicando la credibilidad
del país en materia de sostenibilidad.
V.-) SIETE AÑOS SIN
REGLAMENTAR EL ARTÍCULO N°42 DE LA LEY FORESTAL:
1.-) Esta falta de consolidación
institucional también se expresa en la normativa. En el 2018, se publicado el
Decreto N°175/2018 por el cual se derogaba el polémico Decreto N°7702/2017
acerca del Artículo N°42 de la Ley N°422/1973 “Forestal”, y en su artículo N°2
se instruía al Instituto Forestal Nacional (INFONA) a proponer una nueva reglamentación.
2.-) Estamos a más de 6 años de dicho
Decreto, casi 79 meses de la instrucción dada al INFONA, pero hasta hoy día no
se tiene una nueva reglamentación. El INFONA asumió públicamente el
compromiso de elaborar un decreto reglamentario del artículo N°42 de la Ley
Forestal, con el objetivo de actualizar y precisar los criterios técnicos y
legales para el uso del bosque y siete años después ni siquiera existe un
borrador del mismo.
3.-) Esta inacción no es un detalle
menor, sino una muestra de la falta de voluntad institucional para consolidar
el marco legal que brinde respaldo y coherencia al sistema forestal paraguayo.
Y como ya mencionamos en algún momento dado que el INFONA depende políticamente del
Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), pues este debería intervenir en
esta circunstancia, ya que la propia Ley Nº3464/2008 por el cual se CREA EL
INSTITUTO FORESTAL NACIONAL – INFONA en su Artículo N°3 menciona claramente
qué; “El nexo del Instituto Forestal Nacional (INFONA) con el Poder Ejecutivo
será el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG).
VI.-) LA LEY PARAGUAYA DEBE
PREVALECER SOBRE CRITERIOS EXTERNOS:
1.-) Paraguay cuenta con
legislación clara; en la Región Oriental rige la Ley de Prohibición de Cambio
de Uso de la Tierra, mientras que en el Chaco existen porcentajes obligatorios
de conservación de bosques. Sin embargo, muchas veces los informes elaborados “incluso
por instituciones nacionales” utilizan criterios que no se ajustan a esta
normativa interna, adoptando clasificaciones externas sin un marco jurídico que
las respalde.
2.-) El país necesita un
sistema de monitoreo forestal basado en su propia legislación, no en
metodologías impuestas desde fuera. No se puede permitir que nuestras
estadísticas forestales varíen año tras año según la agenda del financiamiento
disponible. Esto debilita al Estado, resta legitimidad en el plano
internacional y da pie a críticas injustas sobre la gestión de nuestros
recursos naturales.
VII.-) LA ESTADÍSTICA FORESTAL
ES UNA HERRAMIENTA DE SOBERANÍA:
1.-) La estadística forestal en el contexto internacional actual ya no es un ejercicio técnico aislado. Es una herramienta fundamental para la gobernanza, la planificación del desarrollo nacional y la defensa de la soberanía ambiental. Por eso, urge adoptar una única definición nacional de bosque, respaldada por una normativa oficial y que sea utilizada de forma uniforme por todas las instituciones públicas. Sin esta base, la narrativa de sostenibilidad pierde fuerza y credibilidad.
VIII.-)¿CÓMO DEFENDERNOS SI NI
SIQUIERA USAMOS NUESTROS PROPIOS DATOS?:
1.-) Paraguay se encuentra en
una etapa clave en su relación con la Unión Europea, que ahora exige
trazabilidad y pruebas concretas sobre deforestación. En este contexto, el país
debe contar con datos sólidos, verificados y jurídicamente válidos. Pero ¿cómo
podremos defender nuestra postura si seguimos manejando múltiples definiciones
de bosque y presentando cifras diferentes según el proyecto o el público?
2.-) La falta de claridad
debilita nuestra voz internacional y puede traer consecuencias económicas
significativas. Paraguay necesita instituciones fuertes, capaces de generar y
sostener información robusta. La flexibilidad conceptual en estadística
forestal no puede ser parte del juego cuando está en riesgo la reputación de
todo un país.
IX.-) CUANDO EL PROPIO ESTADO
IGNORA SUS CIFRAS:
1.-) Lo más preocupante es que
el descreimiento hacia la información del INFONA no solo proviene del exterior,
sino también desde el propio gobierno. Ministros, embajadores y otras
autoridades nacionales repiten cifras exageradas sobre deforestación provenientes
de ONGs o plataformas externas, sin respaldarse en las estadísticas oficiales.
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