23 ene 2014

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ueves 23 de enero de 2014, 01:00

Sésamo y algodón, también afectados

Los cultivos de sésamo y algodón pese a ser más rústicos que la soja, también se muestran afectados por la falta de precipitaciones en forma periódica en la etapa necesaria, según referentes del sector.

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El algodón que se encuentra afrontando su etapa vegetativa, aún pronto a iniciar su etapa reproductiva en gran parte de las áreas afectadas, ha sufrido un estrés importante en gran parte del Norte del país.
En el caso del sésamo, también se tiene una pérdida de la perfecta performance que presentan las plantaciones hasta hace un mes atrás.
El algodón se expande sobre unas 25.000 a 30.000 hectáreas y el sésamo, sobre 40.000 hectáreas aproximadamente, según los datos del Ministerio de Agricultura y Ganadería.
Una pérdida de rendimiento en estas zonas productivas representará menos ingresos en poblaciones más carenciadas de campesinos, quienes depositaban en estos rubros sus esperanzas de generar ingresos.
Conjuntamente, el sésamo y el algodón inyectan a la economía local anualmente en torno de USD 60 millones, pero se espera que ambos rubros comiencen a recuperarse por el bienestar de los más necesitados, atendiendo a que su manejo es conocido por los campesinos.
El sésamo, tras haber tocado suelo, en la zafra anterior 2012/2013, con apenas 28.000 hectáreas sembradas, ha logrado levantarse nuevamente por medio del sector privado, mientras que el algodón permanece en el pozo, sin indicios de recuperación para la zafra siguiente.

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Medio Ambiente

El medio ambiente debe ser considerado como parte integral y armónica del conjunto de tareas que garanticen el desarrollo sostenible de un país como Paraguay (Molinas 2006).

El problema de la sostenibilidad es en el fondo un problema de desarrollo, de erradicación de la pobreza, de educación colectiva, de mentalidad y hábitos sociales, de cultura política, de mecanismos institucionales que incorporen la participación de la sociedad civil en la toma de decisiones, de nuevas formas de producir y de consumir, de equidad y cooperación en las relaciones internacionales, se trata, en suma, de colocar al ser humano en el centro de nuestras preocupaciones, porque si las personas no están protegidas, la naturaleza tendrá, entonces, pocas oportunidades.

Para avanzar verdaderamente hacia el desarrollo sostenible debemos asumir nuestra responsabilidad local con enfoque global en la lucha que la humanidad esta encarando por preservar en el largo plazo los ciclos vitales de la vida de los que depende la existencia misma del ser humano sobre la tierra, debemos hacer un esfuerzo local con perspectiva global (Molinas 2008).

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