22 nov 2021

ESTUDIO QUE CUANTIFICA LOS BENEFICIOS SOCIOECONÓMICOS Y AMBIENTALES DE LOS CULTIVOS TRANSGÉNICOS (1996-2016) – PÚBLICADO Asociación Gremial ChileBIO CropLife, ChileBIO - NOVIEMBRE DEL 2021

La Asociación Gremial ChileBIO CropLife, ChileBIO, agrupa a las compañías desarrolladoras de biotecnología agrícola las cuales se dedican al desarrollo, producción y comercialización de productos innovadores para la agricultura basados en la mejora genética de semillas. Público un “ESTUDIO QUE CUANTIFICA LOS BENEFICIOS SOCIOECONÓMICOS Y AMBIENTALES DE LOS CULTIVOS TRANSGÉNICOS (1996-2016)”.


Un nuevo estudio que analiza los impactos socioeconómicos y ambientales de los cultivos transgénicos concluye que estos han aumentado los rendimientos agrícolas globales en maíz, soja, algodón y canola, con las mayores ganancias para los agricultores (especialmente de países en desarrollo) debido a un mejor control de plagas y malezas, y, además, han reducido el uso de tierras al permitir producir más alimentos en menor superficie.

Anualmente los investigadores y economistas agrarios Graham Brookes y Peter Barfoot, de la consultora agrícola británica PG Economics Ltd., publican un estudio académico recopilando los impactos socioeconómicos y ambientales de los cultivos genéticamente modificados (GM). En la última edición publicada el 11 de junio de 2018, el nuevo estudio sigue y actualiza los estudios anuales previos que examinaron los rendimientos agrarios, los costos variables de producción clave, los ingresos agrícolas directos (brutos) y la base de producción de los cuatro principales cultivos genéticamente modificados (GM) a nivel comercial (soja, maíz, algodón y canola) hasta el año 2016.

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La comercialización de cultivos genéticamente modificados (GM) se ha producido a un ritmo rápido desde mediados de la década de 1990, con cambios importantes tanto en el nivel general de adopción de esta tecnología como en el impacto en 2016. Este análisis anual actualizado muestra datos clave como:

Hay un beneficio económico neto significativo a nivel de granja de US$18,2 mil millones de dólares durante 2016 y US$ 186,1 mil millones para el período 1996-2016 (en términos nominales).

Estas ganancias se han dividido en un 48% entre los agricultores de los países desarrollados y en un 52% entre los agricultores de los países en desarrollo.

Aproximadamente el 65% de las ganancias se derivaron de las ganancias de rendimiento y producción, mientras que el 35% restante provino del ahorro de costos.

La tecnología genéticamente modificados (GM) también ha contribuido de manera importante al aumento de los niveles mundiales de producción de los cuatro cultivos principales, por ejemplo, ha añadido una producción extra de 405 millones de toneladas de maíz y 213 millones de toneladas de soya a la producción mundial de ambos cultivos desde la introducción de la tecnología en el año 1996.

En los últimos 21 años, según afirma el estudio, “la biotecnología agrícola ha ayudado a los agricultores a cultivar más alimentos utilizando menos recursos al reducir el daño causado por las plagas y controlar mejor las malezas”. Además, agrega que “los mayores incrementos de rendimiento se han producido en los países en desarrollo y esto ha contribuido a una base de suministro de alimentos más confiable y segura en estos países”. Cita como ejemplo el caso de Sudamérica, donde la tecnología de cultivos tolerantes a herbicidas (TH) ha ayudado a los agricultores a reducir la labranza, acortando así el tiempo entre la siembra y la cosecha, permitiendo a los agricultores la oportunidad de cultivar un ciclo de soja adicional después del trigo en la misma temporada de crecimiento.

Los datos recopilados por los investigadores demuestran que los mayores rendimientos agrarios y el menor tiempo y dinero gastado en el manejo de plagas y malezas, permitió a los agricultores obtener mayores ingresos. Esto ha demostrado ser especialmente valioso para los agricultores en los países en desarrollo, donde, durante 2016, recibieron un promedio de $5 dólares como retorno por cada dólar adicional invertido en semillas de cultivos genéticamente modificados (GM).

El uso generalizado de la tecnología de cultivos genéticamente modificados (GM) también está cambiando el impacto ambiental de la agricultura al permitir que los agricultores crezcan más sin necesidad de utilizar tierras adicionales. Mantener los niveles de producción global en los niveles de 2016, sin cultivos genéticamente modificados (GM), habría requerido a los agricultores plantar un adicional de 10,8 millones de hectáreas de soja, 8,2 millones de hectáreas de maíz, 2,9 millones de hectáreas de algodón y 0,5 millones de hectáreas de canola, un área equivalente a la superficie terrestre combinada de Bangladesh y Sri Lanka.

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Por otro lado, en el estudio también se analiza la dependencia excesiva en el uso de glifosato en cultivos HT y la falta de rotación de cultivos y herbicidas por parte de los agricultores, en algunas regiones, donde ambos factores han contribuido al desarrollo de resistencia en malezas (un problema propio de la agricultura, sea convencional o biotecnológica, por la presión selectiva de los herbicidas sobre las malezas).

Para abordar este problema y mantener buenos niveles de control de malezas, los agricultores han adoptado estrategias integradas de manejo de malezas que incorporan una combinación de herbicidas, otros cultivos TH y medidas culturales de control de malezas; en otras palabras, combinan otros herbicidas con glifosato (usando cultivos TH que son tolerantes a otros herbicidas, como el glufosinato) y el uso de prácticas culturales tales como el “mulching” o acolchado. Esto tiene un costo adicional para los sistemas de producción con cultivos TH en comparación con hace unos 10-15 años atrás, aunque en relación con la alternativa convencional actual, la tecnología TH continúa ofreciendo importantes beneficios económicos en 2016.

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A pesar que los mayores rendimientos y ganancias provienen de los rasgos de resistencia a plagas y tolerancia a herbicidas (y ambos combinados), en el estudio se menciona el caso del maíz genéticamente modificados (GM) tolerante a sequía (TS), que se ha cultivado en partes de los Estados Unidos desde 2014, y en 2016 se sembró un total de 1,34 millones de hectáreas. Utilizando los datos de comparación de rendimiento con otros maíces tolerante a la sequía (variedades desarrolladas para tolerancia a sequía por mejoramiento tradicional y no biotecnológico) de ensayos de campo, estos sugieren que la tecnología de TS está proporcionando a los usuarios una ganancia neta de rendimiento de aproximadamente 2,3% y un pequeño ahorro de costos en gastos de riego.

Después de tomar en consideración el costo adicional de la semilla TS en comparación con el maíz no-GM tolerante a sequía, el aumento promedio en el ingreso bruto en el campo (2014-2016) ha sido de aproximadamente $15 dólares por hectárea. En 2016, esto resultó en una ganancia extra de ingresos agrícolas de aproximadamente $20 millones de dólares y durante el período 2014-2016, una ganancia total de aproximadamente $ 33.3 millones de dólares.

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Finalmente, el estudio concluye que sigue habiendo un considerable y creciente cuerpo de evidencia, en la literatura revisada por pares, donde suman el presente estudio, que cuantifica los impactos económicos positivos de la biotecnología agrícola. El análisis además proporciona información sobre las razones por las cuales muchos agricultores de todo el mundo han adoptado y continúan utilizando esta tecnología.

Estudio: https://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/21645698.2018.1464866

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Medio Ambiente

El medio ambiente debe ser considerado como parte integral y armónica del conjunto de tareas que garanticen el desarrollo sostenible de un país como Paraguay (Molinas 2006).

El problema de la sostenibilidad es en el fondo un problema de desarrollo, de erradicación de la pobreza, de educación colectiva, de mentalidad y hábitos sociales, de cultura política, de mecanismos institucionales que incorporen la participación de la sociedad civil en la toma de decisiones, de nuevas formas de producir y de consumir, de equidad y cooperación en las relaciones internacionales, se trata, en suma, de colocar al ser humano en el centro de nuestras preocupaciones, porque si las personas no están protegidas, la naturaleza tendrá, entonces, pocas oportunidades.

Para avanzar verdaderamente hacia el desarrollo sostenible debemos asumir nuestra responsabilidad local con enfoque global en la lucha que la humanidad esta encarando por preservar en el largo plazo los ciclos vitales de la vida de los que depende la existencia misma del ser humano sobre la tierra, debemos hacer un esfuerzo local con perspectiva global (Molinas 2008).

Anuncio Ing. Alfredo Molinas