Para
hablar de desarrollo sostenible los productores agropecuario y forestal ampliado
los últimos 5 (cinco) años represento en el “crecimiento
económico” del casi el 25% del Producto Interno Bruto (PIB), mientras que en el
comercio exterior entre el 2008 al 2018 este sector productivo ampliado contribuyo
con el 43,3% de las exportaciones en promedio, apoyando a mantener el
equilibrio de la Balanza Comercial en el Paraguay.
Manifestación de Productores Organizados del Sector
Agro-rural en Defensa de sus Sistemas de Producción – Santa Rita – Paraguay
Otro componente del desarrollo sostenible que
el sector productivo contribuye con sus aportes es el “desarrollo social”
como una de las principales actividades primarias; comprometiendo con estas
actividades productivas al 46,5% de la población que vive y trabaja en el
ámbito agro-rural, además, agregando a las industrias que se desarrollan en sus
territorios, alcanza ocupar al 55% en las áreas agro-rurales de influencia
directa como sector productivo agropecuario, forestal y agroindustrial.
Considerando los aportes en el “crecimiento
económico” y el “desarrollo social” del sector productivo
y en particular los productores agropecuarios y forestales han venido aprendiendo
en este proceso productivo y por experiencia propia que el “desarrollo
sostenible” abarca necesariamente las dimensiones económicas,
socioculturales y ambientales, pero de una manera armónica y equilibrada, pero siempre
en el marco de resolver:
a).- Como sector productivo contribuye a
resolver el “problema a desarrollo” de nuestro país en vía de
desarrollo aportando con el “crecimiento económico” y “desarrollo
social”;
b).- La
producción agrícola, pecuaria y forestal del sector productivo sigue siendo el
principal mecanismo y el más eficaz y eficiente para el “combate del
hambre y la pobreza agro-rural” del país;
c). - El sector productivo exigidos por sus
mercados una mayor y eficiente productividad y competitividad, obligando y
apoyando cada vez más una mejor “educación colectiva para con el sector
agro-rural”;
d). - El sector agro-rural por más de 5
(cinco) décadas viene enfrentado y superando procesos políticos,
institucionales y jurídicos condicionando la “cultura política nacional”
que hasta hoy no reconoce en su real dimensión el sacrificio y los avances
proactivo y propositivos en el “crecimiento económico” y “desarrollo
social” del sector productivo paraguayo;
e).- Nuestro proceso productivo agrícola,
pecuario y de aprovechamiento forestal ha demostrado que nuestros sistemas
productivos han evolucionado tanto al punto de ser ejemplos y modelos de
producción sustentable por “buscar y lograr mecanismos de convivencia, producción y consumo en armonía con la naturaleza”; y
e).- La
agricultura y la ganadería actualmente contribuye y exige el mejora e impulso de
las “buenas relaciones internacionales” por el acceso ganado a
los exigentes mercados internacionales y además por contribuir con la seguridad
alimentaria global.
El sector productivo en el componente
del “desarrollo sostenible” de logrado ejemplos y modelos de sistemas de producción con “mecanismos
de convivencia, producción y consumo en armonía con la naturaleza”, es
porque en sus unidades productivas las 3 (tres) últimas décadas se ha logrado
de manera gradual avanzar con en el equilibrio entre: la preservación y
mejora del medio ambiente; la equidad social y la viabilidad económica; y así como
contribuir a mejorar el bienestar de la sociedad en su conjunto.
El
concepto universal del “desarrollo sostenible” para
con nuestro sector productivo es que actualmente ya no están atrapados en el
círculo vicioso del empobrecimiento social y el deterioro de la base natural, el
sector ha mejorado sustancialmente y están dado muestras de avanzar y
contribuir con una producción mucho más sustentable, porque los productores ha
aprendido y están más que comprometidos con el uso racional y manejo más
racional de sus recursos naturales productivos de sus unidades para la
producción o agroecosistemas sean estas agrícolas, pecuarias y/o
aprovechamiento forestal.
Es de suma importancia determinar que la agricultura
en la “Región Oriental” presenta una estructura Bi-Modal; una agricultura
familiar cuyo sistema de producción se caracteriza por el bajo nivel
tecnológico y una producción diversificada, son unidades productivas de pequeña
escala y producen los productos de la canasta básica familiar de nuestro país;
y la agricultura tecnificada se caracteriza por tener un sistema productivo es
altamente competitivo basado en la capacitación permanente, utiliza un nivel
tecnológico alto, generando productos de buena calidad y rentabilidad, con muy
buena inserción en los mercados nacionales y de exportación.
En
la “Región Occidental o Chaco” desde el 2005 la producción viene implementando sistemas productivos
cada vez más sostenibles, con estilos de producción de uso y manejo más
racional de los recursos naturales productivos y en armonía con el ambiente,
por el cual están y siguen desarrollando tecnologías apropiadas en las actividades
agropecuarias y de aprovechamiento forestales cada vez muchos más
sustentables.
Estas estructura productivas de las unidades
agrícolas, pecuarias y/o aprovechamiento forestal de la “Región Oriental
y la Región Occidental o Chaco” actualmente plantean una gestión
ambiental incorporando en el uso y manejo de los recursos naturales ciertos criterios
de variables, elementos y/o factores ambientales que permitan a que sus
sistemas de producción califiquen con los principios y objetivos de una “Agricultura
de Conservación”; y además que estén avanzando cada vez más hacia una “Agricultura
Climáticamente Inteligente (ACI)”, pero todo esto con un enfoque más
integrado fuertemente interrelacionado con la seguridad alimentaria local y
global, con el crecimiento para el desarrollo y además adaptarse cada vez más a
los efectos perjudiciales del cambio climático global.
Nuestra “Agricultura de Conservación” tiene
como base la gestión integrada del “Sistema de Siembra Directa (SSD)”
que por más de 3 (tres) décadas; vienen generando una serie de beneficios:
sobre las propiedades físicas y químicas de los suelo; contribuye y mejora
sustancialmente su estructura, estructura y porosidad del suelos; aumenta del
contenido en materia orgánica, mejorando la fertilidad natural de los suelos; almacenando
CO2 (Dióxido Carbono) y contribuyendo con la biodiversidad, de los suelos; y
además mejora la infiltración, aumentando la capacidad de retención de agua, disminuye
la escorrentía y la evaporación directa en los suelos y mejorando la calidad
del agua.
En relación del beneficio por el almacenando
CO2 (Dióxido Carbono) en los suelos de uso agrícolas, pecuarios y forestales de
las unidades productivas o agroecosistemas es un tema de suma importancia que viene
tomado fuerza entre los productores por están tomando conocimiento que sus
suelos pueden ser unas las reservas mayores de almacenamiento de CO2 (Dióxido
de Carbono) y además un potencial en la expansión del secuestro de CO2 (Dióxido
de Carbono), y por lo tanto proporcionan una manera prospectiva de mitigar
concentración aumentada de CO2 (Dióxido de Carbono).
Datos oficiales indican que Paraguay absorbe
aproximadamente el 30% de sus emisiones nacionales, donde aproximadamente cada hectárea
de bosque captura 1,4 toneladas de CO2 (Dióxido de Carbono), pero esto es sin
considerar el secuestro y el almacenamiento de CO2 (Dióxido de Carbono); es
justo y honesto incorporar en las mediciones y cálculos oficiales y sumar a las
absorciones, los secuestro de CO2 (Dióxido de Carbono) que se dan durante la
fase de crecimiento de los cultivos y de las pasturas naturales e implantadas,
y los almacenamientos del CO2 (Dióxido de Carbono).
La nueva visión de los productores del sector
es que sus unidades de producción o agroecosistemas de aplicar criterios y
principios de una “Agricultura de Conservación” avancen hacia una
“Agricultura Climáticamente Inteligente (ACI)”, como un planteamiento
integrado en la gestión de los paisajes considerando a los agroecosistemas o las
unidades productivas de tierras con cultivos, pasturas naturales y/o
implantadas con ganado y sus bosques; aborden 2 (dos) retos relacionados estrechamente
como ser la seguridad alimentaria local y global y los efectos perjudiciales de
los impactos del cambio climático global.
Para abordar y lograr que las unidades
productivas o agroecosistemas avancen de una “Agricultura de Conservación”
hacia una “Agricultura Climáticamente Inteligente (ACI)”, deberá
buscar y lograr 3 (tres) efectos directos y en simultaneo como ser:
Mejora en la productividad: ordenar
a que las acciones y actividades del programa sean orientados y apunten a
incrementar la productividad de las unidades productivas o agroecosistemas de
producción sustentable y en función a ello aumentar y mejorar sus ingresos a
través de esta actividad económica, donde el concepto central de esto es la
intensificación sustentable de la producción;
Mayor capacidad de resiliencia:
que las actividades y acciones de la modernización y tecnificación que apunte y
contribuyan de manera gradual, armónica y significativamente en el corto plazo
a reducir la exposición a los riesgos negativos del cambio climático y de esa
manera fortalecer a estas unidades productivas agrícolas a la adaptación en el
mediano y largo plazo, además este nuevo enfoque de gestión permitirá
contribuir con la preservación y protección de los servicios ecosistémicos
esenciales e integrar a los sistemas productivos la conservación de los
paisajes productivos; y
Contribuir a disminuir las emisiones:
que las actividades y acciones a planificar e implementar en las unidades
productivas se ordenen y orienten a contribuir con la reducción de las
emisiones de Gases de Efectos Invernaderos (GEI), incorporando mejores
prácticas productivas y adopción de nuevas tecnologías con especial atención a
los procesos de la no deforestación, manejo y conservación de los suelos, ambos
como prácticas de sumideros de CO2 (Dióxido de Carbono).
En síntesis, los productores sean estos de la
“Región Oriental o la Región Occidental o Chaco” reconocen que
avanzar de una “Agricultura de Conservación” hacia una “Agricultura
Climáticamente Inteligente (ACI)” plantea como objetivo el convertir sus
unidades productivas o agroecosistemas sean estos de uso agrícolas, pecuarios
y/o de producción forestal, en que incrementen de manera sustentable la
productividad y rentabilidad, una mayor resiliencia por la adaptación a los
efectos perjudiciales de los impactos del cambio climático global y
complementariamente contribuir a que se reduzca o elimine los Gases Efectos
Invernaderos (GEI), sin comprometer la contribución del sector productivo en
los indicadores de las metas y desafíos del “crecimiento económico”
y “desarrollo social” del Paraguay.
Esta “Agricultura Climáticamente
Inteligente (ACI)” que el sector productivo plantea como base del desarrollo sostenible productivo confirma
categóricamente el compromiso del sector agro-rural con los principios de
buscar “mecanismos de convivencia, producción y consumo en armonía con la
naturaleza” como parte del “desarrollo sostenible”,
haciendo la puesta en valor del esfuerzo y la adopción de las buenas prácticas
en sus sistemas de producción en el uso y manejo racional de los recursos
naturales productivos en sus unidades productivas o agroecosistemas.
Para comprender la importancia de esta
propuesta de “Agricultura Climáticamente Inteligente” para con
las unidades productivas o agroecosistemas es bueno señalar que la Organización
de la Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) establece que
los ECOSISTEMAS ofrecen diferentes tipos de servicios aprovechables
racionalmente y así convierte a estos “ecosistemas en agroecosistemas o
unidades productivas” como ser los servicios ecosistémicos de:
Suministros: hace relación a la producción obtenidos de los
ecosistemas como ser la leña, el carbón, producción de alimentos como carne,
cereales y granos, agua dulce de subterránea, superficial o cosecha agua
atmosféricas.
Regulación: son los beneficios obtenidos de los procesos de
regulación de los procesos eco-sistémicos como ser la regulación del clima
(temperatura y precipitación), la regulación del agua (ciclo hidrológico) y
regulación de las enfermedades, purificación del agua.
Culturales: son los beneficios intangibles obtenidos de los
ecosistemas, como los ecoturismos, estéticos, patrimonios culturales y
educativos.
Auxiliares: son los servicios necesarios para la producción de
todos los demás servicios de los ecosistemas que conforman el área de
influencia del proyecto como ser la formación de los suelos, el ciclo de los
nutrientes y la producción primaria.
La producción agrícola, pecuarias y/o
aprovechamiento forestal se han venido realizando en las denominadas unidades
productiva que en la ciencia agronómica se denomina AGROECOSITEMAS;
que son ecosistema transformados por el ser humano para el desarrollo de una
producción agrícola, pecuaria y/o aprovechamiento forestal cada vez más
sostenibles.
Estos ecosistema naturales intervenidos y
transformados generan diferentes tipos de unidades productivas o agroecosistemas
como ser: La producción de alimentos como carne, cereales y granos es un uso AGRÍCOLA;
La producción para la utilización de las pasturas naturales y/o implantadas para
alimentación de ganado es uso PECUARIO; El conservar y/o el
manejo en el uso y manejo más racional de sus bosques nativos y/o que se forestan
con árboles, que en general son con especies consideras de interés económico para
el aprovechamiento FORESTAL.
La herramienta científica y técnica adecuada
aplicada por los productores para el uso y manejo sostenido, sostenible y
sustentable de los recursos naturales en sus unidades productivas o
agroecosistemas y así aprovechar racionalmente los servicios ecosistémicos naturales
de suministro, reguladores, culturales y auxiliares y transformado es la “Planificación
Uso de la Tierra” cuyos objetivos para el uso y manejo sustentable d
está herramienta técnica son:
a).- La protección, conservación, aumento,
renovación y aprovechamiento sostenible de sus recursos naturales productivos
como: suelo, agua, biodiversidad y en especial el manejo racional de los
recursos forestales;
b).- La promoción y el mantenimiento y
aprovechamiento racional de los recursos naturales productivos forestales como
parte del sistema de producción agrícola y pecuarios sustentables;
c).- El incorporar y asegurar la aplicación
de los “servicios ambientales” en las unidades productivas
agrícolas, pecuarias y forestales, para el control de la erosión de los suelos,
la protección y conservación de los cauces hídricos, nacientes de agua,
corredores de biodiversidad, contribuir con el equilibrio o control natural de
plagas y enfermedades etc.;
d).- El aprovechamiento racional de los
recursos naturales productivos apuntando al uso del potencial y el
aprovechamiento racional de la tierra como: el clima, el agua, los
suelos, minerales, los pastizales, los bosques y la biodiversidad y sus
servicios ambientales.
Los productores en este proceso de evolución
de sus sistemas producción han aprendido en la práctica por más 3 (tres) décadas
que la incorporación de las buenas prácticas en tiempo y forma a sus unidades
productivas o agroecosistemas han mejorado sustancialmente la productividad,
contribuyen a “ADAPTARSE” a los efectos perjudiciales de los
impactos del cambio climático global, y además ayudan a reducir la emisiones de
los Gases Efectos Invernaderos (GEI); “mediante el secuestro CO2 (Dióxido
de Carbono) con tasa de fotosíntesis neta en positivo, la captura o
adsorción de CO2 (Dióxido de Carbono) en
las hojas, tallos o ramas y raíces de las biomasa de los cultivos y pasturas,
así como el almacenamiento de CO2 (Dióxido de Carbono) en los suelos de sus
unidades productivas o agroecosistemas”.
A la herramienta de “Planificación Uso
de las Tierras” se adhieren las denominadas “buenas prácticas”
como el conjunto coherente de acciones y/o actividades aplicadas en los
sistemas de producción que contribuyen específicamente al mejoramiento de la
rentabilidad, la productividad, uso y manejo más racional de los recursos
naturales de las “unidades productivas o agroecosistemas”.
Además, estas “buenas prácticas” aplicados a los sistemas de
producción agrícola, pecuario y de aprovechamiento forestal contribuyen en el área
influencia directa e indirecta de sus “unidades productivas o
agroecosistemas” a conservar y/o restaurar los recursos naturales
productivos y la conservación de la biodiversidad.
En el presente podemos señalar que el 98% de los propietarios de las “unidades productivas o agroecosistemas” de la “Región Oriental respetan” la Ley N°2425/04 “Prohibición en la Región Oriental de las Actividades de Transformación y Conversión de Superficies con Cobertura de Bosques” y sus ampliaciones, optando más por el uso más intensivo y racional de los recursos naturales productivos como el suelo y el agua, antes que transformas territorios con bosques nativos remanentes, protectores y de reservas legales para el uso agrícola o ganadero.
Estas “buenas prácticas”
aplicadas a los sistemas de producción de las “unidades productivas o
agroecosistemas” de la “Región Oriental” que contribuyen
con el mejoramiento de la productividad, la adaptación y la mitigación de los
efectos perjudiciales del cambio climático son: la siembra directa; la rotación de cultivos;
uso de abonos verdes; y el uso de la biotecnología en la agricultura, además
que en la ganadería se empezó a desarrollar el engorde intensivo evitando en
todo momento el cambio de uso de la tierra a expensas de los bosques nativos
para el uso agropecuario.
En tanto que en cada “unidad productiva o agroecosistemas”
de la “Región Occidental o Chaco” en un 90% cuentan como la
aplicación de la “buena práctica” de la formulación y aplicación de los “Planes
de Uso de la Tierra” y sus respectivos “Estudios de Impacto
Ambiental” aprobados legal y legítimamente, logrando así conservar el
25% y más de “Reserva Legal Forestal”; que
sumados a las “Franjas Protección Forestal” y sus “Bosques
de Protectores” de los cursos y fuentes de aguas, “alcanzado
en promedio por cada unidad productiva de entre 40% a 45% de Cobertura Vegetal
con Estratos Boscosos” en estas
“unidades productivas o
agroecosistemas” privadas,
están más que nunca contribuyendo así con la conservación y la protección de la
biodiversidad ni la vida silvestre del Chaco paraguayo.
Las “buenas prácticas” de los sistemas de producción agrícolas de las “unidades productivas o agroecosistemas” de la “Región Occidental o Chaco” son: Manejo de los Recursos Hídricos; Siembra Directa; Rotación de Cultivo; Época de Siembra; Barbecho Químico; Manejo Integrado de Plagas (MIP); Selección de Especies y Variedades Adaptadas a la Zona; Ordenamiento Predial en Base a la Capacidad Agrológica del Suelo; Cultivos de Cobertura; Uso de Abonos Verdes y Cultivo Perpendicular a la Dirección del Viento; y Nivelación del Suelo y el No Uso del Fuego.
Las “buenas prácticas” de los sistemas de producción ganadera de las “unidades productivas o agroecosistemas” de la “Región Occidental o Chaco” son: Manejo Adecuado de los Recursos Hídricos; Manejo del Suelos; Selección de Especies y Variedades Adaptadas a la Zona; Ordenamiento Predial en Base a la Capacidad Agrológica del Suelo; y Nivelación del Suelo y el No Uso del Fuego; y Manejo Animal.
El sector productivo de Paraguay entiende que
el “desarrollo sostenible” en nuestro país; es primeramente
entender y comprender que Paraguay es un país en vía de desarrollo, donde el “crecimiento
económico y desarrollo social” sostenido es la clave para avanzar y
poder lograr el desarrollo y combatir efectivamente la pobreza, por ello es adecuado
determinar como “desarrollo sostenible para el sector productivo del
Paraguay” seguir avanzado y buscando “mecanismos de convivencia, producción y consumo
en armonía con la naturaleza” como parte crucial del “desarrollo
sostenible del Paraguay”.
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