Por Paraguay la Unión
de Gremios de la Producción (UGP) es miembro activo de la Organización de
productores denominado GPS conformado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Como Asesor Agroambiental de la UGP – Ing. Agr. (M.Sc.) Alfredo S. Molinas M.; he creído conveniente
publicar en el BLOG para el debate y discusión la publicación oficial el tema “Cambio
climático y emisiones de gases: ¿es realmente la ganadería el problema?” de GPS
por Pablo El Verdin.
Producción
Ganadera Sostenible es una Solución antes que un Problema del Cambio Climático
Hace tiempo que
venimos escuchando que la ganadería es una de las principales fuentes de emisión
de gases de efecto invernadero del planeta. Casi ningún otro sector enfrenta
más presión global para reducir las emisiones que la ganadería. Y esta presión
se ha extendido con notable velocidad.
Sin duda, la
acción para mitigar las emisiones y combatir el cambio climático es urgente, pero
las acciones pueden ser insuficientes y económicamente costosas, si parten de premisas
equivocadas.
En este sentido,
es necesario plantear el tema de las emisiones desde una base científica y garantizar
la equidad en el análisis de estos datos. Entonces, al analizar el sector
ganadero y su impacto en el cambio climático, se pueden plantear al menos seis
conceptos que vale la pena analizar para poner las emisiones de este sector en
el contexto correcto.
En PRIMER
lugar, es necesario revisar la información de los inventarios nacionales presentados
por los países a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático
(CMNUCC). Con base en esos datos, el informe del Panel Intergubernamental sobre
el Cambio Climático (IPCC) estima las emisiones agrícolas, incluido el cambio
de uso de la tierra (donde se computa la deforestación por cualquier causa)
como el 24 % de las emisiones totales en 2014. Entonces, ¿cómo es posible que a
la agricultura se le impute el 35% de las emisiones de 2014? Solo hay una razón
lógica: las emisiones de los sistemas agroalimentarios se calculan de manera
diferente a las de otros sectores. Esto es claro en el caso de la ganadería
donde se computan las emisiones de toda su cadena de valor. ¿Se utiliza la
misma métrica con el resto de sectores? Claramente no. Más aún, ese mismo informe
indica que el sector Agricultura, Bosques y Otros Usos de la Tierra con siglas
en inglés: Agriculture, Forestry and Other Land Uses (AFOLU) es el único sector
que redujo emisiones desde el año 2000. Ahí encontramos la primera confusión en
el manejo de los datos.
Emisiones globales
de gases de efecto invernadero por economía por sector económico
Fuente: Agencia de
Protección Ambiental de los Estados Unidos con base en IPCC (2014).
En SEGUNDO
término, estas cifras parecen estar sobreestimadas, ya que la actualización de 2019
de las Directrices del IPCC para los inventarios nacionales de 2006 ya muestra
cambios en las emisiones de óxido nitroso de los excrementos de ganado. Los
inventarios nacionales apenas comienzan a utilizar esta metodología y, por lo
tanto, aún no se ven reflejados en los datos oficiales. La actualización de las
Directrices del IPCC de 2006 ya había incorporado mejoras sustanciales en las
mediciones de las emisiones de la agricultura en relación con las Directrices
del IPCC de 1996. Esto se repite ahora, y gran parte de los trabajos de discusión
al respecto aún no han terminado de interiorizar estos cambios metodológicos.
Tercero, las
diferencias en la dinámica del carbono y el metano en la atmósfera también parecen
ser desconocidas. Si bien es cierto que el metano es 28 veces más potente que
el carbono, su vida media es de 12 años, frente a los más de 100 años que tarda
el carbono en degradarse en la atmósfera. Así que no todas las emisiones son
iguales. De hecho, todavía estamos tratando de compensar las emisiones de
carbono de la segunda década del siglo XX, pero si el número de cabezas de
ganado no hubiera aumentado en los últimos doce años, las emisiones del sector
se mantendrían estables y no se acumularían ya que se degradarían al mismo
ritmo que se generan. Desafortunadamente, no fue así ya que, según la FAO, las
cabezas de ganado aumentaron un 7% entre 2005 y 2019. Queda por ver si la mejora
en las dietas ha tenido algún impacto diferencial en las emisiones. La
tecnología para reducir las emisiones de metano en rumiantes está en pleno
desarrollo, pero ese tipo de medidas diferenciales aún están bastante lejos de
materializarse.
Emisiones globales
de efecto invernadero por gas
Fuente: Agencia de
Protección Ambiental de los Estados Unidos con base en IPCC (2014).
CUARTO, y muy
importante. Parece desconocerse el hecho de que la agricultura es la única actividad
productiva con capacidad suficiente para sintetizar carbono de la atmósfera y capturarlo
en el suelo (también los océanos, ríos y lagos tienen una gran capacidad de secuestro
de carbono). Entonces, dado que gran parte de la ganadería se desarrolla en pastizales,
¿las emisiones netas del sector son realmente la cantidad que se computa? Parecería
que no. En este sentido, existen estudios que sugieren neutralidad o incluso un
balance favorable en las emisiones para la ganadería pastoril y silvopastoril
(EMBRAPA, 2015; Viglizzo et al, 2019). Los estudios científicos al respecto
apenas comienzan y es de esperar que la ecuación de la ganadería pastoril
cambie sustancialmente. Los países también están comenzando a presentar
metodologías alternativas en sus informes anuales a la CMNUCC. Por lo tanto,
dado que la capacidad de captura de carbono en la agricultura y la ganadería
aún no se comprende por completo, como lo muestran los sucesivos refinamientos
de las directrices del IPCC, no es razonable concentrar todas las acciones de mitigación
en un sector que, idealmente, podría ser carbono neutral.
QUINTO, el uso de
tecnología asociada a mejores prácticas agrícolas ha permitido una mayor eficiencia
productiva al mismo tiempo que se reduce el impacto ambiental. Junto con el aumento
de la población, existe una creciente demanda de alimentos para garantizar la seguridad
alimentaria. Sin duda, esto implica una mayor presión sobre el nivel de
emisiones. Sin embargo, mientras que la población mundial aumentó en un 90%, de
3.600 millones a 6.900 millones entre 1970 y 2010, las tierras agrícolas
mundiales aumentaron en un 7% durante el período (IPCC, 2014). Como resultado,
la disponibilidad de tierras de cultivo per-cápita disminuyó de 0,4 a 0,2 ha y
la productividad agroalimentaria aumentó considerablemente, lo que se traduce
en menos emisiones por unidad de producto. El paquete tecnológico aplicado en
estos nuevos sistemas agroalimentarios (siembra directa, agricultura de
precisión, uso de cultivos de cobertura, etc.) es relativamente reciente, aún no
se aplica equitativamente a nivel global y está en continua mejora, por lo que
se espera que el impacto sectorial sobre las emisiones se reduzca.
SEXTO y último, las
consecuencias sociales y agroecológicas de la disminución de la producción
ganadera también parecen ser ignoradas. Se debe tomar en consideración que gran
parte de la ganadería mundial es desarrollada por pequeños productores, siendo
esta actividad su principal fuente de ingresos. Además, en la mayoría de los
países, el avance de la agricultura ha desplazado la ganadería a tierras
marginales, con poca capacidad para otras actividades productivas. Entonces, si
el stock ganadero debe disminuir, ¿no debería haber una política de contención
para estos productores y sus familias?
Sin duda, el
sector agrícola en general y el ganadero en particular no pueden sustraerse a las
consideraciones del cambio climático y deben realizar todos los esfuerzos
necesarios para mitigar sus emisiones. Sin embargo, llama la atención que el
debate público sobre la responsabilidad del cambio climático parece centrarse
en el sector agroalimentario. Como mínimo, existe una falta real de comprensión
del tema que confunde al ciudadano medio, modela el comportamiento de los
consumidores y afecta los medios de vida de millones de productores agrícolas
en todo el mundo.
La lucha contra la
desinformación debe ser la primera medida para conseguir una actuación realmente
eficaz contra el cambio climático. No todos los países, sectores y gases
afectan a la atmósfera de la misma manera. Volcar la información de los
inventarios nacionales presentados a la CMNUCC en una base de datos de fácil
consulta (por país, sector, gas, etc.) parece cada vez más urgente para evitar
el manejo discrecional de los datos.
Al mismo tiempo,
se deben continuar los esfuerzos para perfeccionar aún más las directrices del
IPCC a fin de lograr estimaciones de balance de carbono cada vez más confiables
y no castigar prematuramente a los sectores que tienen un alto potencial de captura.
Es necesario cambiar el léxico de las discusiones de emisiones de carbono a
balance de carbono para resaltar las diferencias sectoriales en términos de
mitigación.
Esto no exime al
sector agropecuario de sus responsabilidades, pero al menos lo pone en pie de
igualdad frente a las emisiones de los demás sectores, mejora la comprensión
general del tema y apunta a desarrollar políticas de mitigación más efectivas.
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